Debido a las consecuencias de las acciones humanas y el impacto de la misma, muchas veces generamos problemas con daños incalculables, pero también podemos, si lo proponemos, enmendarlos. Y eso se ha logrado luego de algunos años. Descubierto en los 80’s, el agujero en la capa de ozono se convirtió en una de las mayores amenazas ambientales y en uno de los más conocidos símbolos de la capacidad del ser humano para provocar daños al medio ambiente sin pretenderlo.
DAÑOS
La pérdida de esta capa alta -estratosférica- de la atmósfera formada por moléculas de tres átomos de oxígeno está relacionada con el aumento de casos de cáncer de piel, ya que actúa como filtro para los dañinos rayos ultravioleta que provienen del Sol. Y el principal causante del avance de este gran agujero sobre la Antártida era el cloro presente en esas capas altas de la atmósfera procedente de unas moléculas llamadas clorofluorocarbonos (CFC) emitidas en aquella época por los sprays, los sistemas de refrigeración o los productos de limpieza en seco. Por ese motivo, en 1987 la práctica totalidad de los países del mundo firmaron en Montreal (Canadá) un protocolo para eliminar de forma conjunta el uso de CFC con el único objetivo de recuperar la capa de ozono.

La prestigiosa revista Science ha realizado una infografía en la que muestra los estados de la capa de ozono en el año 2000 y el 2015.Y la noticia fue maravillosa. │ Foto: Revista Science
PROTOCOLO DE MONTREAL
El Protocolo de Montreal, un tratado mundial firmado en 1987 para frenar gradualmente el uso de sustancias químicas que dañan la capa de ozono, hizo que las compañías desarrollaran nuevos productos que no consumieran esa capa.
LA MEJOR NOTICIA
Hoy luego de casi 30 años, la capa de ozono se está recuperando. Desde el año 2000, el agujero se ha reducido en 4.5 millones de kilómetros cuadrados en el crucial mes de septiembre, una disminución de cerca de una quinta parte de su tamaño. En un triunfo de la cooperación internacional frente a un problema ambiental provocado por el hombre.
Como se recuerda, en la década de 1970, los científicos dejaron entrever que la capa de ozono del planeta — ubicada a una altitud de entre 10 y 50 kilómetros en la estratósfera — estaba adelgazándose debido a sustancias químicas llamadas clorofluorocarbonos que provenían de los aerosoles y los refrigerantes.
Esas sustancias se descomponían para conformar cloro que atacaba el ozono, que a esa altitud protege a las personas de los rayos ultravioletas vinculados al cáncer de piel.
Entonces, a principios de la década de 1980 comenzó a aparecer en octubre un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida —y posteriormente en septiembre y octubre_, lo que convirtió el asunto en un problema urgente.
La capa se adelgazó en otros lugares del planeta y ya comenzó a sanar en la sección ecuatorial, pero el hoyo sobre la Antártida era la herida abierta que atrajo la atención del mundo.
El trabajo ha sido liderado por la prestigiosa investigadora del Massachusetts Institute of Technology (MIT) Susan Solomon, quien precisamente descubrió en 1986 la relación entre la presencia de cloro, la incidencia de luz y la baja temperatura de la atmósfera como factores clave que condicionan la desaparición del ozono estratosférico, trabajo por el que obtuvo el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 2013.
El agujero no se cerrará por completo, sino hasta mediados de siglo, pero la recuperación ocurre antes de lo que los científicos anticipaban, señaló la autora principal del estudio, Susan Solomon “Creo que es una tremenda causa de esperanza” para arreglar otros problemas ambientales, tales como el cambio climático provocado por el hombre, comentó Solomon.
Sin embargo, en los resultados de Solomon y su equipo no todo ha funcionado según dictan los modelos. Precisamente en su último año de estudio, en 2015, los investigadores detectaron una desviación importante en la tendencia que observaban. Ese año, se debía principalmente a la erupción del volcán chileno Calbuco, que tuvo su última gran erupción durante el mes de abril del pasado año 2015. Es cierto que los volcanes no emiten una gran cantidad de cloro a la atmósfera, pero sí lo hacen de pequeñas partículas, lo que aumenta la presencia de las nubes polares estratosféricas que generan el ambiente ideal para la actividad del cloro emitido por el ser humano.
Para Solomon no hay razón alguna para pensar que, al margen de las erupciones volcánicas, la reducción de la presencia de cloro en la estratosfera hará que el agujero se haga cada vez más y más pequeño. Aunque el agujero no se cerrará completamente hasta mediados de siglo, según opina la investigadora.
Por otro lado, “Hay una sensación de ‘misión cumplida”, escribió el mexicano Mario Molina de la Universidad de California en San Diego, que compartió el Premio Nobel de química en 1995 por ser uno descubridores de las causas del agujero en el ozono, quien elogió el estudio del cual no participó.
Finalmente, Solomón dijo: “De alguna forma, este resultado cierra un círculo de trabajo de 30 años, así que resulta muy estimulante para mí a nivel personal”, dice Solomon en un comunicado. “La ciencia ayudó a mostrar el camino, los países y la industria estuvieron increíblemente dispuestos a acabar con estas moléculas y ahora estamos comprobando con nuestros propios ojos que el planeta se comienza a recuperarse. Es algo maravilloso”, cuyo trabajo fue clave para impulsar el Protocolo de Montreal.
VÍDEO CLUB TIEMPO26.COM:
[Con datos de: elmundo.es, revista Science | Imagen de portada: lavanguardia.com]
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