Escribe: Suriel Chacon
En estos tres últimos meses, los peruanos hemos sido testigos de una serie de simplezas y boberías de un individuo que responde al nombre de Kenji Fujimori. Así es, un “ciudadano peruano”, que, entre otras cosas, ya tiene más de 40 años de edad y que nunca trabajó, pero vive como un jeque con la plata de todos los peruanos. Además de darse sus gustitos, este legislador está adoptando actitudes de chiquillo “monse”, de palomilla de ventana que vive en un óvalo, de “patita que tira papeles desde el fondo del salón de clases (en secundaria), mientras el profesor está escribiendo en la pizarra”. Pues, Kenji le está faltando el respeto a todos los peruanos, pero los rojetes y los caviares lo aplauden por conveniencia política. Incluso algunos ciudadanos peruanos, que aún no han fijado una postura en esta coyuntura, permiten de manera inconsciente ser manipulados por la gran prensa caviar.
Kenji ya no es un crío para hacer paparruchas y quedar -a nivel nacional- en ridículo con sus intervenciones irresponsables, inmaduras y sumamente elementales, por decir algo. Con seguridad mucho rojete y caviar no tardarán en señalar a este columnista como fujimorista, sin embargo, es menester señalar que, desde esta trinchera, hemos denunciado con denuedo a Fuerza Popular. Y, eso lo saben nuestros asiduos lectores.
No obstante, lo que le incomoda a la gran mayoría de los peruanos es que Kenji sea un holgazán, dado que hasta la fecha no ha presentado ni un solo proyecto de ley en beneficio de la ciudadanía, asiste al Congreso cuando le da la regalada gana, y lo más bajo es que se haya dedicado solamente a hacer “shows”. Todo indica que sueña con ser un chico reality: por ejemplo, visitar en la cárcel a Ollanta, hacerse azotar con sus profesores de artes marciales, ingresar a aguas frías en el Norte de Perú y más trivialidades e intrascendencias, que –desgraciadamente– la gran prensa (que, dicho sea de paso, cobra –en calidad de avisaje estatal– millones de dólares) publica diariamente.
Ahora bien. Desde tiempo26.com hemos realizado una encuesta pública para conocer la opinión que posee nuestra audiencia respecto a la reciente coyuntura, así es, a la escena donde el susodicho se pone cinta negra a la boca, asegurando que la ley antitránsfugas es una disposición mordaza. Y, la respuesta a nuestra encuesta fue sumamente concluyente: muchos creen que Kenji se estaría asesorando muy mal y, otros más severos consideran que se convirtió en un “payaso”, inmaduro, irresponsable, además de chiflado.
Y, por último, me parece fabuloso que Kenji quiera realizar sus intervenciones jocosas, con el objeto de caerle en gracia a la horda de rojetes y caviares que pululan en Facebook y Twitter. Empero, que eso lo haga en el programa de Carlos Galdos o en el de Peluchín. Creo que el Congreso, incluso estando tan venido a menos y por respeto a los peruanos, se merece consideración y deferencia; digo yo, ¿no? Kenji debería de adoptar otra postura, quizá, más inteligente, porque nadie le está pagando -cada mes tantos miles de soles (vida de magnate)- para que este congresista se la pegue de payaso. ¡Qué tal cuajo!