Escribe: Gunther Félix
Alucina la siguiente escena: un paciente ingresa a la clínica por un dolor de cabeza. Antes de ser operado, es anestesiado con hojas de coca o con algún trago enigmático y de alucinaciones psicodélicas como el ayahuaska.
Entonces, una vez dopado, los doctores prosiguen con el diagnóstico, utilizando dos cuchillos de obsidiana con los que realizarían un par de perforaciones circulares sobre el cráneo del huésped. Y de esta forma, sin mayor tratamiento de por medio, sería suficiente para curar las lesiones físicos o, en el peor de los casos, aliviar las jaquecas.
El panorama parece surreal, lo sé, pero déjame decirte que hace miles de años ese era el procedimiento que empleaban los antiguos médicos peruanos (en este caso hombres de la árida cultura Paracas) para sanar las traumas más comunes que existían en esa época. Y no solo lo practica los paracas, también los habitantes de las culturas Chimú y Mochica. Pero en este artículo nos centraremos en los primeros mencionados.
Por lo general, cuando hablamos de la cultura Paracas, la mayoría se imagina la península del mismo nombre, lugar donde el arqueólogo peruano Julio César Tello descubrió en la década de 1920 los mantos funerarios más espectaculares del territorio peruano. Tras ese descubrimiento, los trabajos de J. C. Tello se enfocaron en Cabeza Larga, Wari Kayan y Cerro Colorado y propuso los nombres de Paracas Cavernas y Paracas Necrópolis. Además de la belleza con que fueron enterrados estos personajes y del hallazgo de sus preciosos mantos funerarios, el arqueólogo dio a conocer los cráneos de las momias que en su mayor parte estaban trepanados con unos instrumentos hechos en obsidiana, es decir de roca volcánica cuya característica principal era su alta eficiencia para el corte.
Lo que se supo de los trabajos del peruano fue que el material, posiblemente, fue extraído de las canteras de Quispisisa en la región Huancavelica. Lo único que no se puede afirmar, es que los sometidos a las prácticas trepanatorias sobrevivían.
Como se sabe, la cultura precolombina se estableció en la provincia de Pisco, Ica, entre los años 700 a.C. y 200 d.C. Durante ese periodo, los paracas centenares de operaciones quirúrgicas, conocidas como trepanaciones craneanas. Para este ejercicio medicinal, el cirujano paracas debía usar rocas de obsidiana, tumis o cuchillos especiales que funcionaban como antiguos bisturís o pinzas. Al mismo estilo que los cirujanos de hoy, también usaron algodones, gasas y vendas. Luego perforaban el cráneo mediante pequeñas incisiones que tenían formas circulares. El tratamiento quirúrgico continuaba con la abertura con planchas de oro o de calabaza. Esto permitía que la herida cicatrice sin sangrado alguno.
Esta práctica ha sido un tema muy polémico entre los historiadores. Algunos creen que las trepanaciones fueron realizadas con la intención de curar fracturas por hundimiento de las paredes óseas, para curar los malestares o aliviar algún dolor de cabeza. Al respecto, en 1929, el maestro J. C. Tello publicó un tercer trabajo en el que hablaba de las trepanaciones craneanas en el antiguo Perú. En esas investigaciones revelaba que el material quirúrgico utilizado eran láminas de oro para la sutura quirúrgica, así como el uso de vendas especiales para sellar la herida. Incluso, otro revelador dato detalla que es posible el uso de la chicha de jora para la anestesia.
Asimismo, algunas momias con trepanaciones craneanas demostraban, a través de sus huesos, que sí sobrevivían a la operación. Cierto o no, en buena hora que todo ese proceso quirúrgico ha cambiado con el tiempo. Y es que los índices de mortalidad serían altos si aquellas cirugías se aplicaran en la actualidad.
BONUS TRACK:
[Créditos: con información sustraída de enciclopedia Historia General del Perú / Trepanación Craneana, artículo del diario Correo / Documental de la cultura Paracas]