Escribe: Suriel Chacon
Marilú Martens asegura que: “no renunciará a mi cargo, a menos ‘que se lo pida el presidente’
La ministra Marilú Martens pasó piolaza por el escándalo de su hijo, Gabriel Aguirre Martens, quien procuró de manera desfachatada chuparle la teta al Estado, como un caviar, a través de un programa de becas del Gobierno (beca presidente). Programa social hecho con los impuestos de todos los peruanos y que, entre otras cosas claves, fue creado para favorecer a los jóvenes más inteligentes del Perú, que, por diversas razones, no poseen dinero para llevar a cabo sus sueños académicos en el exterior. Cabe precisar que este programa no fue creado para los hijos de funcionarios o políticos.
Sin embargo, el hijo de la ministra Marilú Martens, Gabriel Aguirre Martens, quiso pedirle al Gobierno de turno (vía una postulación a una beca estatal) un monto que se asoma a los S/ 500,000 (casi medio millón), con el objeto de llevar a cabo sus estudios en una universidad gringa: ¿Cómo es posible ello? Así es, la propia ministra declaró a un medio de comunicación que su hijo era independiente, cuando procuró alcanzar esa beca estatal, y que presuntamente no habría tenido suficiente dinero para pagar sus estudios en el exterior. ¿¡Perdón!?, ¿insolvente un joven, como éste, cuando –realmente- sus padres ganaban mensualmente (entre ambos) S/ 60,000? ¡Qué descaro! Bueno pues, este escándalo, que debió de indignar a todo el país, pasó por agua tibia, ya que periodistas mermeleros salieron en defensa del hijo de Marilú, y aprovecharon el craso error de Diario Exitosa (en su versión impresa) para desvirtuar esa denuncia. Hagamos un recorderis: el referido diario publicó con poca pericia periodística y bastante torpeza un destape contra el hijo de Martens, pero exageró en algunos detalles: gazapo que debilitó la denuncia y al propio medio.
Ahora bien, por ese escándalo, la actual titular del Minedu debería de haber dado –hace rato y por ética- un paso al costado, pero -lamentablemente- la señora Martens se aferra con uñas y dientes al cargo. ¿Por qué? Pues esto ya está generando diversas sospechas.
Allí nomás, damas y caballeros, vino la sonada huelga magisterial: todo inició en la región de Cusco. Las protestas en el Valle Sagrado y en las provincias del indicado departamento peruano se empezaron a desbordarse, mientras tanto, Martens estaba sentadita en una silla de cuero fino en su despacho (de San Borja) con tulipanes, café caliente, galletitas para matar el hambre de las ‘11’ y leyendo la revista ‘Hola’: desde allí hacía los “esfuerzos denodados” para resolver las exigencias de los valientes profesores. Ja. ¡Habrase visto tamaña sinvergüencería y decidía!
“No hay renuncia, solo si el presidente decide que ya yo me vaya a descansar (sic)”, comentó ante los medios la titular de educación, luego de asistir recientemente a la interpelación en su contra realizada en el hemiciclo del Congreso de la República.
Pero eso no fue todo, de repente, su incapacidad, inacción, inoperancia, inutilidad, desmaña, ineptitud y/o nulidad, ya ni sé cómo describir su desempeño en el Minedu, hizo que todo se complique: los profesores de todas las regiones de la República empezaron a organizarse e hicieron una marcha de sacrificio –desde todos los rincones del país hasta Lima- para poner en jaque al gobierno de lujo de PPKartón y de Zavalalandía. Los educadores hicieron sentir (con errores y aciertos) su voz de protesta, y llevaron a cabo una serie de plantones en las zonas más concurridas de la capital. ¿Quién tuvo la culpa de que los niños pierdan varias semanas de clases? Quien más: la señora Martens. Considero de manera irreversible que su presencia en el Minedu le está ocasionando un gravísimo daño a las futuras generaciones y, también considero, basándome en pruebas irrefutables, que la mencionada señora le está generando un grandísimo año al Perú, aunque luego salga con gran desparpajo a señalar que: “hoy el país está en favor de la reforma educativa. Ocho de cada diez peruanos lo están, por lo que ya es una política de Estado que trasciende más allá de un Gobierno”.