De hecho es un fenómeno interesante cuando un ciudadano elige a su candidato. Como aún no quiero definir mi candidato y he decidido esperar hasta la última semana, para observar, analizar lo que ocurre, ver los argumentos, en consecuencia me siento distante y no apurado en salir a decir: votaré por X.
Y esa distancia me ha dado una perspectiva interesante con lo que se puede observar en los que ya han tomado partido por un candidato.
Se ve que mayormente es un asunto de simpatía, es decir, algo neurológico. No se ve mucho de racional.
Claro está, hay 3 sectores de candidatos que aún el imaginario popular secciona en derechas, centros e izquierdas. Es algo así como el zodiaco, si naciste libra, libra serás, si naciste de la Alianza, imposible cambiar, si naciste de izquierda, o derecha, o centro, nadie te cambiará, salvo raras excepciones. Y cada uno busca al candidato que representa ese esquema y forma que tanto le gusta.
Es increíble, ver hoy, como algunas amistades se fanatizan, se ciegan y defienden a su candidato sin temor a caer en ridículo, a pesar de evidencias y contradicciones. Parece ser que una vez que elijo lo que me identifica, no interesan razones o lógicas. Y no sólo eso, me comprometo a fondo con el candidato y lo defiendo a morir. Salvo el Pastor Lay que tuvo poderosas razones.
Claro, siempre habrán hechos inesperados que son tan fuertes que daría vergüenza decir que votaría por tal candidato desprestigiado. Esos casos son raros, pero se dan.
Me pregunto, ahora que mantengo mi abstención, ¿cómo trabajan los publicistas y periodistas este fenómeno, cómo elaboran las estrategias para cumplir con los deseos de esa psique sedienta de seguridad, estabilidad económica, seguridad médica, etc.?
Lo que se puede ver en estas semanas es que la mentira es la herramienta más usada: miente, miente que algo queda ¿así es cómo avanzamos? Hasta el momento parece ser el único método efectivo.
Aunque debo decir que hay excepciones de candidatos muy cautos y prudentes. Pero por todos lados, personas, internet y medios se repiten mentiras, calumnias, como si la tarea heroica fuese “enlodar” al adversario hasta que desaparezca del mapa electoral.
Este estilo de destrozar al adversario en lo personal parece que es la meta, la decencia ya no está de moda en la campaña. Y las propuestas, solo van a ser formalismos para algunos foros sin mayor impacto popular. Algo así como que el periodista y publicista tuviese la tarea de facilitar al adepto al candidato “argumentos sólidos” para defenderlos.
Veré esa tarde del 10 de abril si esta descripción el fenómeno electoral se cumplió, y habrá que felicitar eufóricamente al sobreviviente ganador, porque realmente sobrevivir a todo ese huaico de mentiras, calumnias, desinformación y anti-campaña, es toda una enorme hazaña.
Es como pasar por un túnel muy oscuro y largo en el cual te patean, gritan, insultan, escupen, tiran huevos, etc., etc. Así, de hecho, el candidato ganador debe ser una persona capaz de soportar las presiones más altas y las jugadas más sucias que su mente pudo imaginar.
(Imagen de portada: clarin.com)