Escribe: Juan de la Piedra.
Viendo los resultados y dando una lectura democrática y política, el espíritu de ir a una segunda vuelta es para compensar la escasa presencia de representantes de los partidos políticos en el congreso. Es decir, apuntando hacia la legitimidad por un lado y a la gobernabilidad por otro, un virtual presidente con escasos curules en el Congreso, necesitará de armar alianzas, puentes, pactos y arreglos o repartijas para poder gobernar y mostrar legitimidad. Todo un artificio complicado y arriesgado, para gobernar, pues nada garantiza que en cualquier momento los pactos se quiebran por “quítame estas pajas”.
Los comicios del 10 de abril nos demuestran todo lo contrario a ese escenario débil, más bien hay un partido que tendrá mayoría absoluta, es decir, la gobernabilidad está asegurada; no requerirá de pactos, arreglos, repartijas para gobernar. Incluso se dice que con los antecedentes fujimoristas habrá claro riesgo de autocracia.
Nadie estará contento desde cada perspectiva existente. Como que la oposición se siente arrinconada ante la abrumadora conquista del fujimorismo en el congreso. Ante ello Fuerza Popular tendrá que efectuar gestos claros y contundentes e incluso podría ir más allá para mostrar su actitud democrática.
¿Pero es posible que PPK gane la presidencia, conquistar millones de votos y satisfacer a las minorías vencidas?
Tendrá que “hacer de todo” para conseguir un 31% de apoyo adicional al que ya tiene, mientras su contendora sólo necesitará un 11% para el mismo objetivo.
En ese escenario, salga quien salga elegido, se supone tendrá en la oposición al contendor de la segunda vuelta. Si gana Fuerza Popular tendrá de opositor a Peruanos por el Kambio y vice versa.
Desde mi perspectiva, es una absurda situación que la derecha peruana se divida y el “opositor” pase a ser freno en vez de acelerador del desarrollo del país. Todo por seguir las reglas establecidas en la constitución que han sido hechas para situaciones obviamente distintas. Sino acuérdense cuando el notable izquierdista “Frejolito” Alfonso Barrantes renunció al balotaje en 1985 ante la evidente y arrasadora mayoría de su contrincante Alan García.
Sí se puede renunciar a la segunda vuelta, y en estas condiciones es saludable para el país, la democracia y hasta para el gasto público, así como para los votantes de escasos recursos que no son pocos.
El pueblo ha dado su voto señalando a dos fuerzas de derecha, con sus matices propios, para que guíen el futuro del país. ¿Por qué tendrían que dividirse estas dos mayorías ganadoras?
Oposición habrá de todos modos, sino pregúntenle a Frente Amplio, a Goyo Santos, AP, APRA, y demás micro representantes.
PPK puede ser la cuota que necesita Keiko Fujimori para demostrar que no tiene el mínimo de intenciones de realizar un gobierno autocrático. Esto es, FP y PPK firman un pacto, tanto en el afinamiento de las líneas maestras de los próximos 5 años, como en la designación de cargos claves en el manejo de la seguridad ciudadana, los conflictos sociales, necesidades urgentes, y el manejo económico. Que mejor para el país.
La competencia política debe dejarse a un lado cuando los intereses del país reclaman armonía, diálogo, trabajo duro, sin divisionismos innecesarios. La segunda vuelta, las ambiciones de grupo o personales pueden dividirnos y llevarnos a un camino desviado, lleno de codicia con enfrentamientos perjudiciales para nuestra alicaída democracia.
Es hora de pensar en el Perú.
Señor Pedro Pablo Kuczynski Godar, por favor medítelo, el Perú no está para perder más tiempo.