La ciencia ha demostrado a hace mucho tiempo que los sentimientos amorosos no se forman en el corazón sino en el cerebro. Sin embargo, la interrogante es: ¿dónde exactamente?
Afortunadamente, los científicos de la Universidad de Concordia, en Canadá, han dado con la respuesta. Y aseguran que prácticamente coincide con el área cerebral donde reside el deseo sexual.
¿CÓMO SE LLEGÓ A TAL CONCLUSIÓN?
Según el artículo publicado por la BBC, este resultado, se determinó luego de veinte estudios, los cuales independientemente examinaron la actividad cerebral de distintos individuos mientras observaban imágenes eróticas o fotografías de sus seres queridos.
Luego de analizar los resultados, Jim Pfaus, quien dirigió el estudio, junto a sus colegas concluyeron que tanto el amor como el deseo sexual activan áreas del núcleo estriado y de la ínsula. Sin embargo, las neuronas que se estimulan son ligeramente distintas. La región activada por el deseo sexual es la misma que se pone en marcha ante estímulos que causan placer inmediato como el sexo y la comida. Asimismo, el área vinculada al amor está enlazada en procesos de condicionamiento mediante los cuales a aquellas cosas que nos generan una recompensa se les atribuye un valor, convirtiendo el deseo en amor.
Los estudios del cerebro ya han demostrado que las emociones humanas se originan en el llamado sistema límbico, un conjunto de estructuras importantes que incluyen el hipocampo y la amígdala, entre otras.
En esta región se controlan una serie de funciones que incluyen las emociones, la conducta, la atención, el estado de ánimo, la memoria, el placer y la adicción, etc.
Mientras el placer sexual tiene un objetivo muy específico, el amor es más abstracto y complejo y por lo tanto menos dependiente de la presencia física de otra persona, sostiene Pfaus.
Algo que sorprendió a los científicos fue encontrar que la zona del núcleo estriado que se activa con el amor también está asociado a la adicción a las drogas.
Según el profesor Pfaus, esto tiene sentido.
“El amor realmente es un hábito que se forma con el deseo sexual y que recompensa a ese deseo” dice el científico.
“Y en el cerebro el amor funciona de la misma forma como cuando la gente se vuelve adicta a las drogas” agrega el profesor Pfaus.
Igualmente, el amor activa también rutas en el cerebro que están involucradas en la monogamia. “Mientras el deseo sexual tienen un objetivo específico, el amor es más abstracto y más complejo, y no depende tanto de la presencia física de la persona hacia quien se profesa”, explica Pfaus, que también agrega que el amor es un hábito, “aunque no malo”, que nos vuelve “cerebralmente adictos”.
[Datos: BBC mundo | Imagen de portada: RT]