Escribir: Suriel Chacon
Es inadmisible e increíble ver cómo un Estado, como el peruano, y todas sus bifurcaciones estatales se hayan hecho vencer, porque no hay otra forma de explicar esta coyuntura, por el crimen organizado (narcoterroristas), que opera en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, y por la mafia de mineros ilegales de la región peruana de Madre de Dios, para ser más puntuales, por los bandidos disfrazados de inofensivos mineros artesanales, que actúan en una zona denominada como ‘La Pampa’, situada en el kilómetro 98 y 115 de la carretera interoceánica; entre la ciudad de Puerto Maldonado y el poblado de Mazuko, en la provincia selvática de Tambopata, en Perú.
Es –sumamente– desolador y lamentable reconocer de manera pública que este Gobierno está siendo vencido por el crimen organizado y esta delicada etapa ha dejado de ser un cliché, utilizada en campañas electorales por algunos políticos para embaucar a ciertos sectores: pues, este rompecabezas ya no posee piezas para hallar una solución.
Todo indica que el tema no está en la agenda del Gobierno Central, de lo contrario, movería por lo menos un dedo para obtener alguna victoria en el Vraem o en Madre Dios (Mazuko, La Pampa), dado que casi todas sus estrategias han fracasado; asimismo, los ciudadanos peruanos ya se están “acostumbrando”, como las generaciones de los perros sin vida atados a los postes de alumbrado público (1985 – 1994), a ver a policías abatidos en cobardes emboscadas, en el interior de la provincia cusqueña de La Convención, y en las zonas administradas por la mafia de la minería ilegal, en Puerto Maldonado; donde, valgan verdades, señores, la vida no vale nada.
Cabe añadir que en estos últimos 60 días el crimen organizado (entre narcoterroristas y mineros ilegales) ha emboscado a siete columnas armadas integradas por militares y policías, representantes del Estado, donde muchos de ellos han perdido la vida, buscando la tan ansiada pacificación nacional. Ellos son los verdaderos héroes de la democracia. Sin embargo, el gobierno los postergó y los condujo sin respaldo, en muchas ocasiones, a la boca del lobo.
Es importante informar que un peruano no puede ingresar a ‘La Pampa’. Pero si decide hacerlo a sabiendas de los niveles de peligro que existe en la zona, necesitará de una potente columna armada constituida por militares y policías, incluso con semejante protección los mismos agentes del orden son invadidos por un pánico natural, ya que sus vidas en cualquier momento podrían expirar producto de un impacto de bala proveniente de alguna zona del bosque. Repito, a ese territorio no entra policía, militares, ni fiscales, y, aunque usted no lo crea, no hay presencia del Estado. Es -sin lugar a dudas- una zona completamente liberada: sin leyes.
¿Cómo puede ocurrir ello en un gobierno, como el de Kuczynski, que supuestamente defiende el Estado de derecho, el debido proceso, la legalidad, los derechos fundamentales de las personas, la institucionalidad del Estado? Y, la verdad va más allá, puesto que este asunto se presentó a inicios de la década de 1980. Y, a ningún gobierno le interesó agarrar al toro por las astas, hasta que se convirtió en lo que es ahora: una papa caliente que nadie quiere ver ni en pintura y que ya se está saliendo de las manos. Y, esto seguirá empeorando conforme pasen los meses y años.
Y, por último, nuestro ministro del Interior, Carlos Basombrio, -al parecer- desconoce que existe en Perú una zona como La Pampa. No esperemos a que estas bandas empiecen a emboscar a policías en el corazón financiero de Lima (San Isidro y Miraflores), para que recién, como en la década de 1990, veamos el problema en su real dimensión. Pero, hoy más firmemente que antes, considero que estamos perdiendo esta batalla contra el crimen organizado, y solamente los que se han percatado de esta derrota pueden sentirse aterrados. No es para menos.