Escribe: Suriel Chacon
PEPE & CHICHO
El septuagenario periodista, César Augusto Hildebrandt Pérez-Treviño (70), conocido a secas como César Hildebrant o, simplemente, el Chato; está experimentando una situación poco envidiable, por decir lo menos, con su emprendimiento denominado ‘Hildebrant en sus Trece’; una suerte de semanario político que, valgan verdades, al inicio tuvo –por poco tiempo y en algunos sectores de la sociedad peruana–, realce y lustre, ya que el indicado hombre de prensa había decidido acertadamente, tras ser echado (por su bipolar línea editorial) de varios medios de comunicación, apostar por su propio tabloide de fin de semana y abordar exclusivamente temas punzantes contra la clase política de derecha. Y, realmente, tuvo éxito, pero esa luna de miel, entre su audiencia y el tipo de periodismo que hacía Hildebrant, acabó de la noche a la mañana, puesto que dicha trinchera periodística, después de que los megaescándalos de corrupción Lava Jato y Castillo de Arena estallaran, habría cambiado drásticamente su línea editorial y se habría convertido –sin querer queriendo, como diría el Chavo– en el satélite artificial y/o en la caja de resonancia de toda la sandez, majadería, simpleza y desatinos publicados por los diarios de Pepe Graña (Grupo El Comercio) y por los diarios de Chicho Mohme (Grupo La República).
Así pues, su exaudiencia, ahora, se pregunta: ¿para qué rayos voy a gastar mis S/ 5, si puedo hallar todo lo que el Chato publica en el Trome, en Chichi21.pe, en LR o, mayoritariamente, en El Comercio? Y es cierto, pues si uno es acucioso se asoma (cada viernes por la mañana) y se percata que el mencionado semanario aborda casi todos los temas que ya han sido desarrollados durante toda la semana por el rojicaviar andamiaje mediático. En resumen, Hildebrant en sus Trece, se quedó sin ideas, sin argumentos para seguir compitiendo de tú a tú con los carteles informativos. Por lo tanto, tiene que salir a pedir auxilio a los tradicionales y hegemónicos medios de comunicación para no ingresar al agujero negro del olvido, donde ya está, hace rato.
En un párrafo, Hildebrant está tan desesperado por la debacle de su medio que tiene que buscar un balón de oxígeno para seguir coexistiendo con los rábanos: para muestra un botón, recientemente, César, ha tenido que escribir una columna de opinión en el que señaló que “El fujimorismo es la enfermedad tenaz de este país”. En otras palabras, su mente es tan cerrada que considera que solo en la derecha peruana hay corruptos. Inaudito. Pero prosigamos, lo risible es que El Comercio y La República ya dijeron (la semana pasada ) lo mismo y fueron, precisamente, los diarios de Pepe y de Chicho los que replicaron un extracto del artículo del tótem del periodismo nacional que todavía no se percata de su expiración.
Pregunta: ¿acaso cuándo Hildebrant se da cuenta que está perdiendo más y más lectores, inmediatamente, sale a despotricar contra la derecha para recuperar vender más ejemplares? Lo cierto es que su manida retorica ha cansado a muchos, como lo demuestran en el propio fan page del mencionado semanario.
Análogamente, se dice que Hildebrant no solo estaría pasando momentos muy delicados con su semanario por las poca venta de ejemplares, sino que también por una presunta deuda multimillonaria con la SUNAT; tal como señalan varios informes periodísticos; la deuda sería de S/ 1 millón.
Finalmente, cualquier ciudadano con sentido común y congruencia se puede dar cuenta que hay una campaña para hacer creer que el APRA y FUERZA POPULAR son los todopoderosos, pero, al mismo tiempo, la peste del Perú, posiblemente, las citadas tiendas políticas se han ganado a puro pulso (por su arrogancia e imbecilidad) el rechazo de millones de peruanos, pero precisar o hacer creer que, ahora, tienen algún tipo de poder eso sí que es falso, dado que tenemos a un Congreso GENUFLEXO a Vizcarra. No obstante, hay algo más alucinante: pues para Hildebrant solo existe corrupción a su derecha, pero a su izquierda (incluso, cuando él ha sido garante de Toledo, Ollanta, Nadine y Villarán, sujetos involucrados en el escándalo de corrupción Lava Jato) todo está bien. Esa postura desluce y pone en entredicho todo el trabajo que ha hecho este hombre de prensa, dejándolo, francamente, en absoluta evidencia ante la opinión pública. ¡Chato, ya fuiste¡
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