El aceite de coco es prácticamente un veneno para el cuerpo humano, en realidad, para cualquier ser vivo en la faz de la tierra, precisa un renombrado experto del corazón de los Estados Unidos. Este médico ralizó diversas investigaciones en laboratorios que lo llevó a argumentada conclusión que: “no es saludable al igual que la grasa de vaca y la mantequilla”.
¿Por qué?
Este aceite está poblado de grasas saturadas que elevan de todas maneras el colesterol “malo”, dice la Asociación Americana del Corazón
Muchos señalan con falacias que el “aceite de coco” es 100 % saludable a comparación de otros aceites: ello es falso, incluso algunos inescrupulosos —solo por vender— argumentan que: “si consumes aceite de coco tu salud podría mejorar”
No obstante: la American Heart Association, asegura que esa defensa es ambigua, y que no existe evidencia de ese argumento. Debido a ello, han lanzado una investigación científica que podría demoler las argucias de venta, con el que pretenden posicionar de manera global un aceite tan nocivo para la salud, como la “grasa de coco”.
¿Que grasas debemos de ingerir para mejorar nuestra salud? El aceite de oliva y el aceite de girasol. Y la grasa que no se debería de comer es la manteca de vaca, es decir, la grasa de animales; como el chancho. Y, no podemos olvidarnos de la mantequilla; “esta teoría se basa en la cantidad de un tipo particular de grasa saturada de grasa o “grasa sat” – estos productos contienen”, precisa la BBC.com
Grasa saturada = nocivo para la salud:

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Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa mundial de muerte, con 17,3 millones de muertes al año.
El tratamiento preventivo que reduce la ECV incluso por un pequeño porcentaje puede reducir sustancialmente, a nivel nacional y mundial, el número de personas que desarrollan enfermedades cardiovasculares y los costos de cuidarlas.
Este asesoramiento presidencial de la Asociación Americana del Corazón sobre las grasas dietéticas y las revisiones CVD discute la evidencia científica, incluyendo los estudios más recientes, sobre los efectos de la ingesta dietética de grasas saturadas y su sustitución por otros tipos de grasas y carbohidratos en ECV. En resumen, los ensayos controlados aleatorios que redujeron la ingesta de grasas saturadas en la dieta y la reemplazaron con aceite vegetal poliinsaturado redujeron la ECV en ≈30%, similar a la reducción lograda con el tratamiento con estatinas.
Los estudios observacionales prospectivos en muchas poblaciones mostraron que una menor ingesta de grasas saturadas junto con una mayor ingesta de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas se asocia con menores tasas de ECV y de otras causas principales de muerte y mortalidad por todas las causas. Por el contrario, la sustitución de grasas saturadas por carbohidratos y azúcares en su mayoría refinados no está asociada con menores tasas de ECV y no reduce la ECV en ensayos clínicos.

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El reemplazo de las grasas saturadas con insaturadas disminuye el colesterol de lipoproteínas de baja densidad, una causa de la aterosclerosis, vinculando evidencia biológica con la incidencia de ECV en poblaciones y en ensayos clínicos. Teniendo en cuenta la totalidad de la evidencia científica, satisfaciendo criterios rigurosos para la causalidad, concluimos firmemente que reducir la ingesta de grasas saturadas y reemplazarla con grasas insaturadas, especialmente grasas poliinsaturadas, reducirá la incidencia de ECV. Este cambio recomendado de las grasas saturadas a las no saturadas debe ocurrir simultáneamente en un patrón dietético global saludable tal como DASH (los acercamientos dietéticos para parar la hipertensión) o la dieta mediterránea según lo enfatizado por las guías 2013 del estilo de vida de la American Heart Association / American College of Cardiology 2020 Guías alimentarias para los estadounidenses.